Buen blanco
No hay nada mejor que la naturalidad y esta se
expresa de la mejor manera dejando que entre la naturaleza en casa. Unas ramas
de pino, una corona salpicada de diminutas flores blancas, unos leños junto a la
chimenea, y nieve artifical para infundir luminosidad. Si, además, juegas con
unas flores, candeleros o jarrones blancos, el efecto es realmente mágico.
Dulce decadencia
Muebles lavados, paredes revestidas de madera
decapada y muebles antiguos. El fondo perfecto para recrear una Navidad
deliciosamente decadente. Para refrescarla, nada como flores blancas en jarrones
XXL, portavelas blancos y plateados, estilizados candeleros, y mucha, mucha
plata y cristal.
Llamaradas
Funcionan todo el año, pero especialmente en Navidad.
Y es que las velas tienen esa magia cálida que encandila e ilumina. Coloca velas
en cualquier rincón del salón. Cuantas más, mejor. ¡Y enciéndelas! Juega también
con el efecto escarcha en farolillos y adornos. Una madera pintada y decapada
servirá para conseguir este efecto. Verás qué atmósfera consigues…
Irresistiblemente etérea.
Blanco angelical
Combinación perfecta: la naturalidad del verde en la
corona y un farolillo blanco repleto de velas. Una magia que de hace más
“navideña” gracias a unos angelotes de cerámica. Detalles en blanco y plata para
romper la tradición. Aquí no hay Papa Noel, ni árbol, solo dulzura y
sensibilidad. La clave: blancos en velas, faroles, figuras; mucho verde… y de
nuevo, plata y cristal.
¡Sorpresa!
Para los incondicionales del árbol de Navidad,
también hay magia blanca. Juega con bolas plateadas y blancas, piñas pintadas en
blanco y bolas de cristal mate. El efecto es realmente encantador. ¡Y gusta a
mayores y a pequeños! Si no, que se lo digan a esta pareja de niños… No le
quitan ojo al árbol.
Fotografías cortesía de: SIA
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