Lo cierto es que, desde que empezó la
tendencia industrial en decoración (e incluso antes) el
ladrillo visto es un recurso que hemos visto continuamente como
elemento decorativo. Cuanto más vetusto y gastado, más bonito. Mobiliario metálico, detalles de vieja fábrica y enormes relojes se han impuesto en ambientes desenfadados.
Pero ¿sirve cualquier
ladrillo visto? No empiezan a ser demasiado vistos?
Cuando el ladrillo es original y no digamos ya si se trata de
antiguas estructuras abovedadas con sus vigas de acero como esqueleto y sus adoquines rojos fuerte, con restos de cal y pintura de varias épocas, no cabe duda de que hay que recuperar.
O ese
ladrillo visto pintado de blanco playero, con muebles de mimbre de estilo californiano, que solía haber en las casas de la costa en los lejanos años 70. Todo un clásico que en España hemos visto en innumerables
casas de la costa de Levante y las Costas Brava y Dorada.
Siempre que se pueda hay que recuperar:
baldosa hidráulica, ladrillo visto, adoquines, vigas de madera del grosor de un árbol o metálicas que nos recuerdan la revolución industrial. Es una lástima no aprovechar todos esos
detalles de otras épocas que personalizan nuestras casas.
Pero lo cierto es que
demasiado ladrillo visto de nuevo cuño, moderno, en un interior "corriente", por así decirlo, resulta un poco pegote, un falso rústico. No sólo no resulta atractivo, sino que da la sensación de decorado, es decir, resulta
artificial.
Otro tema es tapar con
exceso de cuadros y objetos una pared de ladrillo visto bonita. No conviene abigarrala, ya que por sí sóla es decorativa, a no ser que el ladrillo visto no sea auténtico y sólo se busque el efecto, desde mi punto de vista no resulta bien, sigue siendo artificial. Y además,
menos es más.
¿Qué os parece
el ladrillo visto? ¿Lo tenemos
demasiado visto?
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